De nuevo una atractiva propuesta que resultó
sumamente interesante, un paseo por el Madrid de Carlos III, y que terminó en
una excelente reunión gastronómica.... ¡qué bien!
Informaros del fallecimiento ayer del Dr. Roberto Pastrana en Málaga, ciudad a la que se había trasladado hace unos años. Roberto Pastrana fue desde 1976 el jefe del servicio de Rehabilitación del Hospital Ramón y Cajal, y uno de los pioneros de la especialidad de Rehabilitación y Medicina Física en España. En 1976 venia de Sevilla, de ser el jefe del departamento del Hospital Virgen del Rocío, referencia para Andalucía y Canarias, de muchas patologías, con tratamientos pioneros en ese momento. De Sevilla se trajo al Hospital Ramón y Cajal a profesionales de su servicio sevillano, Avelino Ferrero, Andrés Peña, Lorenzo Jimenez. Del Servicio de Rehabilitación tanto de Sevilla, como del Hospital Ramón y Cajal, proceden los hoy en día grandes jefes de Servicio de múltiples hospitales en España. Formados como MIR bajo la dirección de Roberto Pastrana. Personalmente llegue como MIR en 1978 y recuerdo aquella época como la más importante para mi posterior trayectoria pr...
Nuestra Historia El 17 de octubre, en el Salón de actos del Hospital, ha tenido lugar el acto inaugural del Museo del Hospital con la participación de la Presidenta del Museo, Isabel Candela. Durante el acto, el Dr Ortuño nos ha conducido por un emotivo recorrido por la historia de nuestro Hospital, activando nuestros recuerdos. Y hemos vivido un sentido homenaje, como no podía ser de otra forma, al Profesor Juan Murube del Castillo, con la participación de una de sus nietas. Finalmente y como colofón ha actuado el Coro del Hospital con la sensibilidad y el buen cantar con que nos tienen acostumbrados. Tras el acto, hemos tenido la oportunidad de realizar un recorrido por la exposición.
PALIATIVOS 131... Un día más, un día menos Autora: Dra Coro Gómez Samblas ¡Cuánto pesan mis párpados, que eran antes tan ligeros como el viento…! Después de mucho esfuerzo, respiro profundo y consigo abrir mis ojos. Miro a un lado, miro a otro, no hay nadie… no hay nada. Respiro otra vez. Los cierro. Los abro de nuevo. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? No lo sé. Antes lo sabía… Había un reloj colgado en la pared, encima de ese crucifijo tan grande y reluciente, pero se rompió la manecilla y la están arreglando desde hace no sé cuánto tiempo (claro está, pues ya no tengo reloj). Sólo me queda mirar a ese crucifijo. Nunca he creído en estas cosas, pero ahora es casi mi única compañía en este cuarto, junto al burbujeo constante del oxígeno y los médicos y enfermeros que pasan a evaluar mis piernas y mis brazos y me limpian y me mueven con tanto cuidado. Antes me movía yo mismo, ahora ya ni lo intento. No tengo fuerzas, ni ganas, ni quiero. Cierro los ojos otra vez. Los abro, miro la c...
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