Reflexiones para una cuarentena
LA PANDEMIA DE COVID-19.....¿ES QUIZÁS UN MAL
SUEÑO?
La pandemia de coronavirus, COVID-19, nos ha
recluido obligadamente en nuestras casas con objeto de evitar la progresión de
la vía de contagio del virus; de esta forma, se supone que conseguiremos evitar
convertirnos en contagiados y, a su vez, en foco de contagio para los demás.
Las repercusiones que esta pandemia está causando en nuestro estilo de vida
actual, así como sus consecuencias, tanto en materia económica, como política y
social no tienen precedentes conocidos a lo largo de nuestras vidas y son solo
comparables a una situación de preguerra a la antigua usanza.
La condición de reclusión y el paréntesis que
supone el abandono de actividades habituales fuera de nuestra casa, así como la
preocupación generada por la crisis sanitaria, nos enfrenta a una situación
inédita en muchos casos y para muchas personas, y como sucede en cualquier
crisis nos enfrenta a una realidad de la que no éramos conscientes previamente.
Nuestra idea del mundo en que vivimos y de la sociedad de la que formamos parte
ha saltado hecha pedazos y que sabemos que luego nos vamos a ver obligados a
recomponer. Superado el primer impacto de frustración y asumida nuestra
vivencia previa en el error en un mundo casi perfecto que daba respuesta a
muchas de nuestras necesidades, hoy nos vemos obligados a buscar en nosotros
mismos la respuesta a muchos porqués y cómo se ha llegado a esta situación y
cómo reaccionamos a la misma, tanto individual como colectivamente.
En los días pasados, hemos venido calentando el
ambiente hasta extremos insospechados discutiendo acerca de si las medidas
tomadas para controlar la epidemia han sido o no las adecuadas, o si se han
tomado en el momento oportuno o se han retrasado por inoperancia o ignorancia,
dudamos o negamos, incluso, la capacidad de nuestros gobernantes para
conducirnos y sacarnos de la crisis, o si otros lo hubieran hecho mejor; todas
estas consideraciones son importantes y momento habrá para hacer un análisis
reposado de sus responsabilidades. Pero no debemos detenernos solo en estas
consideraciones que en estos momentos más nos preocupan y ocupan nuestra
atención, ni tampoco quedarnos solo en las muestras de solidaridad con aquellos
que luchan para devolvernos o preservar nuestra salud o nos protegen de otras
contingencias, la experiencia nos dice ¡cuán fácilmente nos olvidamos de ellos,
cuando pasa la crisis!; debemos también pararnos y preguntarnos acerca de
muchas cuestiones que no debemos pasar por alto, como son el origen de la
pandemia y su forma de propagación; si hubiera sido posible preverla y así se
hubiera podido evitar; nuestra capacidad de respuesta a la misma, ¿hubiera sido
mayor y, tal vez, mejor si hubiera existido un plan previo de actuación en caso
de epidemias de esta envergadura?; aunque sabemos que tenemos uno de los mejores sistemas
público de salud del mundo, ¿no creemos que debe ser potenciado en el futuro
para responder adecuadamente a este tipo de posibles emergencias?; en un mundo
globalizado, ¿la respuesta no debería haber sido global y no local, como así ha
sido en base a las medidas tomadas por cada nación según sus recursos y
capacidades? ¿qué sucederá si la pandemia se extiende a zonas con una
deficiente cobertura sanitaria pública, como puede ser África?; conocido
nuestro abandono secular de apoyo a la investigación ¿no nos sonroja ahora
reconocer que nuestros científicos e investigadores no tienen el apoyo y la
financiación suficiente para desarrollar su trabajo? Para estas y otras muchas
preguntas posibles deberemos tener una respuesta el día siguiente de la crisis
si queremos estar prevenidos para el futuro.
Creo que este puede ser un buen foro sosegado
de discusión y de opinión, aportando ideas desde la reflexión, el conocimiento
y la experiencia, no desde el ataque y la desautorización al contrario que no tiene
por qué ser considerado enemigo.
Hermenegildo de la Calle
21 de marzo de 2020
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