La Pandemia del COVID-19... reta a la solidaridad
Reflexiones para una
cuarentena.
En estos tiempos se
habla mucho de solidaridad; la solidaridad está en boca de todos; se respira
solidaridad en el ambiente y todos nos sentimos solidarios…. pero qué
significado tiene y cómo se practica la solidaridad. Somos solidarios con
alguien cuando nos adherimos y apoyamos sus actuaciones para conseguir un
objetivo, estableciéndose una interrelación personal voluntaria y responsable
apoyando los medios necesarios para conseguir el objetivo común que se estima
beneficioso.
En la actual pandemia de
coronavirus, estamos sufriendo un impacto brutal en términos de salud, así como
social y económico. El enemigo común es bien conocido, el coronavirus, y el
objetivo actual está claro y no es otro que evitar su propagación entre las
personas y sus posibles consecuencias. En estos momentos, a falta de un
tratamiento eficaz o una vacuna contra el virus, el procedimiento que se ha
mostrado más eficaz para contener el avance del virus y sus nefastas
consecuencias es el aislamiento o confinamiento y el distanciamiento social,
además de elementales medidas higiénicas. Pero para que el confinamiento sea
eficaz se requiere el compromiso responsable e individual de llevarlo a cabo lo
más estrictamente posible con el íntimo convencimiento de que de esta manera podemos
alcanzar el doble objetivo de no contagiarnos y de no constituir una fuente de
contagio para los demás.
Componentes emocionales
a flor de piel, nos hacen ahora sentirnos solidarios con nuestro personal
sanitario que lucha en primera fila contra el virus y con otros muchos
colectivos profesionales, véase fuerzas de seguridad del Estado, militares,
bomberos, transportistas, empleados de supermercados, servicios de limpieza,
etc. etc. que nos protegen y aseguran los abastecimientos de productos de primera
necesidad; podríamos decir que esta es una solidaridad obligada pero, digamos
también, fácil de demostrar; la cuestión surge cuando las noticias nos dan
cuenta de comportamientos claramente insolidarios, a todas luces minoritarios,
pero en número significativo y en aumento. La insolidaridad surge cuando no se
acatan las normas impuestas obligatoriamente para conseguir el objetivo
deseado, en este caso, evitar la propagación del virus, convirtiéndonos así en
potenciales propagadores de la infección y en un peligro para los demás.
Actividades insolidarias son todas aquellas que son consecuencia de una
interpretación retorcida y personal de la normativa, para la que muchos
muestran una habilidad inusitada para encontrar resquicios y fisuras por las que
poder burlar la norma, estableciendo el principio del "sálvese el que
pueda"; esta es una práctica que aunque no secundada por la mayoría, sin
embargo, encuentra, muchas veces, un nivel de tolerancia social incomprensible,
amparando al listillo y al pícaro que hace de la trampa y el engaño una forma
de vida, mientras la mayoría acata con disciplina la norma impuesta.
En países asiáticos,
como Corea, China o Singapur las medidas de confinamiento han funcionado mejor
que en Europa lo que ha contribuido al mejor control de la pandemia; como
asegura Byung-Chul Han, filósofo coreano establecido en Berlín, en una
publicación reciente, la población de estos países tiene "una mentalidad
más autoritaria que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las
personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa". Las actitudes
insolidarias son socialmente preocupantes; el virus tiende a aislarnos y nos
individualiza, de forma que cada uno se preocupa de su propia supervivencia; la
solidaridad debe ir más allá que el mero distanciamiento personal, tenemos que
entender que cuidarnos individualmente incluye también cuidar de los otros, y
que es necesario que nos planteemos racional-mente cambios de comportamiento y
modificación de determinados hábitos como nuestra ilimitada y destructiva
movilidad con objeto de protegernos a nosotros y a nuestro planeta.
La pandemia viral ha
puesto de manifiesto que junto a comportamientos solidarios hay otros que
practican la insolidaridad en plena crisis...... cuando esta crisis se supere y
poco a poco vaya entrando en el oscuro mundo del olvido ¿qué quedará de la
solidaridad de la que ahora tanto hacemos gala?
Hermenegildo de la
Calle
10 de abril de 2020
Muy buenas reflexiones , la pandemia del coronavirus está transformando la sociedad , digamos que humanizandola más , pero cuando haya acabado y el tiempo siga pasando , la sociedad seguirá transformada o volverá a ser como era antes del coronavirus ?
ResponderEliminarYo también me lo pregunto
Corrección de errores: El título es LA PANDEMIA DEL COVID-19 .......RETA A LA SOLIDARIDAD (aunque también constituye un reto a la sociedad)
ResponderEliminarHermenegildo