¿Qué hemos aprendido de la pandemia por Coronavirus SARS-Cov-2?

Desde que Hipócrates hace cerca de 2500 años considerase, que la observación de los síntomas junto al paciente enfermo representaba el fundamento esencial para el conocimiento y desarrollo de la medicina, la humanidad ha transcurrido durante extensos periodos de tiempo, baste señalar el medieval, inmersa en la incertidumbre, obscurantismo, brujería, e incluso anticiencia, en todo lo relacionado con el saber médico.

De forma intercurrente y podría también decirse que cíclicamente, los humanos han padecido situaciones de variada naturaleza infecciosa, capaces de originar elevados porcentajes de mortalidad entre la población, con elevado riesgo de propagación epidémica y pandémica , este ultima entendida, “Como cualquier brote epidémico, afectando a más de un continente , en el que los nuevos casos confirmados dependieran de transmisión comunitaria local y con elevada capacidad de contagio para aumentar el número de afectados, en cortos periodos de tiempo”.

La plaga de Justiniano durante el Siglo VI, provocó la muerte, entre el 13% y el 26% de la población; en la Peste Negra o Bubónica, a mediados del Siglo XIV, se estima que un tercio de la población europea pudo sucumbir durante la epidemia. Esta catástrofe supuso, no obstante, un importante impulso preventivo para la humanidad al considerar por vez primera la “cuarentena”, como medida epidemiológica obligada de prevención.

La Viruela ha estado presente en diferentes sociedades durante siglos, a lo largo del S. XVII., afectó a Europa y a través de ella, al Continente Americano y Filipinas, con una estimación de más de 50 millones de muertes por todo el mundo.

Merece señalarse en este punto, que “La Operación Balmes de vacunación antivariólica” en Iberoamérica y Filipinas y la enfermera Isabel Zendal como una de sus principales protagonistas en la expedición, significó un relevante hito histórico para España, en la lucha y extinción de la Viruela.

La mal llamada Gripe Española de 1918, en el Siglo XX., por el virus A (H1N1), originó entre 40 y 50 millones de muertes y vino a representar, una de las mayores pandemias, con las que se ha enfrentado la humanidad. La última y actual pandemia por el virus SARS- Cov-2, en pleno Siglo XXI., con más de doscientos millones de casos diagnosticados, y cerca de cinco millones de muertes, nos ha confirmado, que es más que probable, que la humanidad deba enfrentarse cada cierto tiempo a situaciones de esta magnitud, sin que el gran desarrollo biotecnológico y medico actual, sea capaz de aportar una solución definitiva de forma inmediata.

Quizás por ello deberíamos plantearnos considerar, tanto individualmente como personas, y como colectivo social, la aplicación de las medidas preventivas, mejor conocidas y confirmadas, para asegurar su puesta en marcha y su cumplimiento legal si fuera necesario.

La naturaleza del agente causal, su mecanismo de acción frente a la infección, y a la enfermedad ya establecida, los posibles cambios genómicos del virus, el estado inmunitario y su duración en diferentes grupos de la población y edad, y la importancia del mayor número de vacunados, para conseguir la inmunidad grupal en el tiempo, representan factores muy importantes, en el control o por el contrario en la expansión  de esta pandemia.

Además, actualmente el traslado constante, inmediato y fácil a grandes distancias, entre la población mundial, supone un importante factor de riesgo para facilitar su propagación.

Por tanto creo llegado el momento en el que asumir, como parte de nuestra gran familia humana, que pese a los extraordinarios avances de la civilización del “Homo Sapiens” durante milenios, por diferentes y variadas razones, no hemos sido capaces de prevenir estas situaciones epidémicas y pandémicas, que de forma cíclica y a lo largo de la historia de la humanidad nos han asolado, siendo capaces de originar aun hoy en día descensos muy importantes de la población mundial, por muertes debidas a la enfermedad, e importantes cambios sociales, laborales y económicos difíciles de imaginar hace poco más de un año.

La biotecnología actual aplicada a la prevención, con estudios epidemiológicos importantes en número de población y con buen diseño estadístico, facilitan el conocimiento de la evolución natural y el control de la pandemia. El alto grado de complejidad y conocimiento científico adquirido, en la investigación genómica del virus y sus variantes, en los avances potenciales terapéuticos con medicación antiviral, y en el estudio y aplicación de diferentes vacunas, podrán facilitar excelentes resultados de tratamiento y control de la pandemia, siempre que seamos capaces de aportar el mayor grado de implicación y cumplimiento de las medidas recomendadas.

Que experiencias positivas aprendidas claramente confirmadas y conocidas, ¿debemos poner en práctica ante cualquier evolución negativa de la actual situación, o en las posiblemente venideras…?.

Mascarilla, Ventilación, Distancia, e Higiene de lavados de manos.

La mascarilla y su utilización razonable y responsable en cada momento y situación, se ha confirmado por estudios bien diseñados y controlados, como una de las medidas más importantes y esenciales, para prevenir el contagio y la posible enfermedad en la pandemia actual.

Diferentes razones, podrían aconsejar mantener su uso razonable en el futuro más inmediato.

La práctica ausencia durante el pasado otoño–inverno en ambos hemisferios terrestres, de cuadros respiratorios con alta transmisión infectiva a través de la vía aérea superior, tanto por inhalación directa de secreciones infectadas durante la conversación y con los golpes de tos, como por su dispersión aérea a través de aerosoles de virus estacionales como los Gripales, y sincitial respiratorio VSR., en la edad infantil, ¿deberían plantear la posible recomendación de mantener un uso razonable de las mascarillas…?

La escasa relevancia estacional comentada, durante el periodo de la pandemia, podría aconsejar su utilización preventiva no solo para la infección por SARS-Cov-2, sino también, para los virus estacionales. Deberíamos ser cuidadosos, por tanto, con cualquier información optimista que recomendara y facilitara olvidarse de la mascarilla, que tanto trabajo ha costado instaurar entre la población en este tiempo de pandemia, y por el contrario hacer valer clara y razonablemente su efecto preventivo ante cualquier situación por venir.

La costumbre muy arraigada en muchos países asiáticos de su uso habitual, por la elevada densidad de población, y por su alta exposición a ambientes urbanos con alto grado de contaminación, pudiera hacernos considerar las ventajas de su utilización entre nosotros, en situaciones similares, siempre con el control, la suficiente información y planificación de las autoridades sanitarias.

Respecto al valor del incremento de la higiene, en el lavado de manos, el nivel óptimo de ventilación en lugares públicos o privados, abiertos y cerrados, y en la distancia mínima a guardar entre personas. Son todas ellas medidas muy positivas y recomendables para cualquier situación de riesgo, siempre con el mayor grado de cumplimiento y empatía interpersonal por nuestra parte, para entender su importancia y convertirla en un hábito positivo.

No quiero dejar pasar como Neumólogo, la importancia preventiva, que para esta pandemia, o cualquier otra situación de carácter epidémico, puede aportar, el lavado nasal rutinario con suero fisiológico, la correcta ventilación basal a través de la nariz, y el uso de colutorios con alta capacidad antiséptica, para un buen enjuague faríngeo.

Baste recordar el importantísimo valor de la ventilación nasal, en el filtrado de las partículas de mayor tamaño, y en la humectación y calentamiento del aire inspirado inhalado a través de los conductos nasales, como principio esencial de mantenimiento de la correcta homeostasis de la vía aérea superior e inferior.


Vacunación.

La importancia de la vacunación es incuestionable, y sus resultados muy positivos hasta el momento, permiten afirmar su eficacia en el control de la capacidad infectiva entre la población, y el que una vez vacunados y ante un nuevo contagio, la evolución clínica de los pacientes diagnosticados tenga un curso más benigno.

La posible indicación de una tercera dosis de recuerdo en personas de mayor edad, o en aquellas más susceptibles por su estado inmunológico deprimido, suponen una realidad epidemiológica a estudiar y aplicar de forma ordenada y controlada. Su uso generalizado en todo el mundo, sería una forma efectiva para facilitar su erradicación, y también para evitar posibles mutaciones y variantes más infectivas y patógenas del virus.


Otras medidas aprendidas.

No quiero dejar de señalar, diferentes aspectos muy positivos e importantes que esta pandemia nos está facilitando. Un cielo más azul y un ambiente más respirable, por el descenso del 20 al 30% de contaminación, debido a la menor circulación rodada en las grandes ciudades; una disminución apreciable y significativa del número de accidentes de tráfico y de la criminalidad en general; el ya mencionado y evidente descenso, con casi ausencia, de la patología infecciosa estacional y su relación con el periodo pandémico pasado.

Ciertamente lo aprendido como positivo durante este periodo facilitará muy posiblemente, cambios en la conducta humana, al observar de nuevo hasta qué punto podemos ser vulnerables como individuos y como sociedad, y que por ello nos sintamos cada vez más solidarios.

La fragilidad y vulnerabilidad confirmada en esta pandemia, obligará a no subestimar el riesgo de su posible reaparición en un futuro, y a buscar entre todos el punto de equilibrio necesario para abordar un compromiso y la plena conciencia planetaria de cómo intentar evitar sus consecuencias, tratando de encontrar el equilibrio necesario y el mayor grado de cumplimiento de todas las medidas recomendadas.

El valor de lo cotidiano, el núcleo familiar , el de los amigos, el fomento de la creatividad , la lectura al permanecer más aislados, y el valor incalculable que en estas condiciones de confinamiento , tiene el cariño y la comprensión de quienes nos rodean, suponen también una buena vacuna de aislamiento intelectual, para asimilar la terrible situación vivida, y para valorar en su medida y sin temores, ni pánico, las noticias que en ocasiones, sin certeza confirmada, y con tintes alarmistas nos facilitan los medios de comunicación .

Es conveniente recordar, además, que siempre es buen momento y en esta pandemia aún más, para obtener el beneficio importante que siempre aportan los comportamientos saludables, como una vida con actividad física rutinaria, la dieta controlada y equilibrada, y procurar una mejor relación interpersonal, y un óptimo nivel de comunicación con los demás, para mejorar nuestra calidad de vida y bienestar, particularmente en la edad avanzada.

Antonio Sueiro


Comentarios

  1. Me parece muy oportuno y adecuado tu artículo.
    En primer lugar, resalta la aparición cíclica de episodios infecciosos con carácter pandémico como demuestra la historia y que al menos, por el momento, desconocemos una forma eficaz de prevención.
    En segundo lugar, es necesario reconocer que la ciencia ha puesto a nuestro alcance la disponibilidad de medios para tratar la infección una vez producida (vacunas y medicación antiviral, entre otras)
    En tercer lugar, me llama poderosa y gratamente la atención, la importancia que das a medidas sencillas, casi de sentido común (mascarillas, lavado de las manos, cuidado de nuestra vía aérea superior, etc) que están en la base de cualquier norma higiénica básica y que hemos llegado a subestimar, quizás llevados de la falsa idea de que la disponibilidad de antibióticos para el control de las infecciones nos eximía de la práctica de medidas higiénicas como las comentadas.
    Por último, comparto tus consideraciones finales referidas a la necesidad y conveniencia de modificar nuestros hábitos de vida y lograr el punto de equilibrio para que nuestras relaciones humanas no se vean afectadas seriamente; me parece una oportuna llamada al optimismo y a la convivencia.

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  2. Los no vacunados frente al covid19 la están miando en Francia, donde se ha abierto un debate entre los médicos. Las UCIs de están colapsando con pacientes covid que no están vacunados impidiendo así el ingreso de los pacientes con la misma gravedad pero que se ocuparon y preocuparon de vacunarse en su momento. Algunos médicos franceses se están preguntando si no deberían dar prioridad a aquellos que se preocuparon de vacunarse (y no colapsar el sistema) y dejar en segundo plano a quienes se dedicaron a otra cosa poniendo en riesgo su salud y la de los demás.
    En este contexto se entiende el reciente mensaje de Macron ¿no?

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