Cuento de Navidad: El Espíritu de la Navidad

Título: El Espíritu de la Navidad

Autor: Hermenegildo de la Calle

Desde arriba todo se veía como una inmensa antorcha sobre fondo oscuro de la que saltaban innumerables chispas produciendo un efecto de luces parpadeantes semejantes a luciérnagas. La Tierra aparecía surcada por múltiples riadas de luces como heridas similares a inmensos arañazos y la noche parecía más brillante y menos oscura de lo habitual. Desde la Estación Espacial Internacional, estaban acostumbrados a ver la Tierra como un gigantesco globo dormido en la silenciosa noche espacial, pero en esta época todo cambiaba y al llegar la noche el gigante dormido despertaba y como si de un volcán se tratase aparecían ríos de lava que recorrían la superficie de la Tierra hasta el amanecer. Próximas las Fiestas de Navidad, en condiciones tan especiales para ellos, notaban acentuarse el sentimiento de convivencia, solidaridad y apoyo mutuo invadidos por la nostalgia al evocar el recuerdo de otras navidades pasadas en la casa común que es la Tierra.  

Aunque los astronautas no los viesen, en estos días sucedían acontecimientos no habituales en la Tierra. Diferentes Espíritus del Viento de los cuatro puntos cardinales recorrían la Tierra con una misión precisa encomendada por el Gran Espíritu, la de buscar y encontrar el Espíritu de la Navidad haya donde fuera posible.

Unas semanas antes de que llegara la Navidad, los cuatro Espíritus del Viento comenzaron su recorrido por toda la Tierra dispuestos a cumplir la misión que se les había asignado; recorrieron el Norte, el Sur, el Este y el Oeste; visitaron muchos lugares, tanto cálidos como fríos y cubiertos de hielo; subieron a altas montañas y descendieron a valles profundos y llanuras, unos eran fértiles con grandes masas de vegetación aunque cada vez mas menguante y otros áridos y agrietados; visitaron grandes ciudades densamente pobladas plenas de agitación, mientras otras zonas estaban casi desérticas y silenciosas; grandes masas de hielo en desaparición se acumulaban en el norte y sur del planeta, mientras en otras zonas las lluvias eran muy escasas produciendo grandes sequías. También pudieron conocer gentes de muy diversa condición y color de piel, blancos, amarillos y negros se mezclaban y convivían en muchas partes del mundo, mientras en otras las luchas y peleas eran casi constantes; fácilmente, pudieron apreciar que mientras unas personas vivían en la opulencia malgastando los recursos disponibles otras gentes sobrevivían en condiciones de extrema pobreza; quizás lo más espantoso que pudieron apreciar fue que en muchas zonas la convivencia de las diferentes personas se había roto y la guerra, el hambre, la peste y la muerte como jinetes liberados de los sellos apocalípticos recorrían el mundo sin freno ni control. En su recorrido, también pudieron apreciar las heridas y enfermedades que afectaban a la naturaleza y sus consecuencias; pudieron observar inmensas chimeneas que continuamente vomitaban densas columnas de humo que se extendían por el aire contaminando su pureza; bosques convertidos en desiertos; ríos sin agua y llenos de residuos contaminantes; sequías intensas y prolongadas que sofocaban las cosechas; mares cada vez más calientes y convertidos en vertederos de basura y plásticos; especies animales en extinción, tanto en la tierra como en el mar, debido a las agresivas condiciones de vida de su hábitat natural.

Una vez concluido su periplo por la Tierra, los cuatro Espíritus del Viento se reunieron con el Gran Espíritu; se sentían muy decepcionados con lo que habían visto durante su periplo por la Tierra y dudaban mucho de que existiera siquiera el Espíritu de la Navidad en estas condiciones, o al menos, ellos no lo habían encontrado.

El primero en hablar fue el Gran Espíritu, más viejo y sabio que los espíritus menores. - ¿Qué tal os ha ido durante vuestro viaje por la Tierra? – preguntó - ¿Habéis encontrado el Espíritu de la Navidad, tal como os pedí?.

Los cuatros querían contestar primero y lo hicieron atropelladamente, intentando justificar su fracaso por no haber encontrado el Espíritu de la Navidad; al unísono respondieron – Después de ver lo que sucede en la Tierra – afirmaron – pensamos que el Espíritu de la Navidad ha muerto, por eso a pesar de buscarlo por todas partes, no lo hemos encontrado. A lo que el Gran Espíritu respondió – Calma y poco a poco, contarme que es lo que os ha hecho pensar que el Espíritu de la Navidad ha muerto.

Habló primero el Espíritu del Viento del Norte - Yo he visto ciudades abarrotadas de gente – dijo - en medio de un ruido ensordecedor, con calles céntricas engalanadas con millares de luces formando figuras de colores cada vez más complejas y de mayor tamaño, compitiendo por tener el árbol de luz cada vez más alto y organizando actividades y espectáculos de diferente naturaleza para atraer más visitantes; el objetivo no es otro que lograr un gran éxito comercial que conlleve un aumento de las ganancias de los comerciantes. Paradójicamente, la gente no parece especialmente feliz; pelean por un pequeño espacio, empujándose sin cesar; ríen y vociferan de forma un tanto artificial; buscan con avidez el producto más rebajado aunque no les sea necesario y consumen todo lo que este a su paso, sin preocuparles especialmente la persona que está a su lado. ¿Es este el espíritu de la Navidad que buscábamos?

Después habló el Espíritu del Viento del Sur – Yo he buscado por campos y ciudades – dijo – y he visto mucha gente pobre que difícilmente tiene medios para sobrevivir, la esperanza de vida es corta y para mejorar sus expectativas y las de su familia, los más fuertes se ven obligados a emigrar a países más ricos. He visto formas modernas de esclavitud y degradación de la dignidad humana aceptadas de forma inexorable para lograr alcanzar su objetivo, muchos mueren ahogados convirtiendo el mar en un inmenso cementerio y los que llegan se enfrentan a un futuro incierto. También he visto como muchos niños se ven obligados a participar en guerras no deseadas o a trabajar duramente en minas para extraer minerales necesarios para mantener la capacidad tecnológica de las naciones más ricas. No me parece que este sea el espíritu de la Navidad.

A continuación, intervino el Espíritu del Viento del Este y dijo – Yo he visitado el oriente donde, históricamente, tuvo lugar el nacimiento del Enviado, Dios con Nosotros, para traer luz al mundo. Se trata de una tierra maltratada, asolada por guerras continuas y ocupada por gente de muy diversa procedencia y religión que durante siglos, como si de una maldición se tratara, han intentado exterminarse unos a otros a lo largo de su historia y actualmente parece que están a punto de conseguirlo. Como en otras partes del mundo, junto a naciones muy ricas que controlan el mundo con su poder económico, se encuentran otras que viven desarraigadas y como extrañas en su propio territorio y que se mantienen con la ayuda internacional. ¿Crees Gran Espíritu que allí puede encontrarse el Espíritu de la Navidad?

Finalmente, habló el Espíritu del Viento del Oeste y así se expresó. – He recorrido todo el occidente de un extremo al otro y he observado a mucha gente con orígenes muy diferentes; muchos conservan sus raíces indígenas originarias y otros han formado una nueva sociedad próspera y evolucionada; el norte, donde predomina el deseo de ascenso social y el afán por ganar dinero, es rico aunque a veces esta riqueza sea fruto de una competitividad no siempre fraternal; mientras el sur, rico en recursos naturales se ve empobrecido por la mala gestión de sus gobernantes y el expolio secular de otras potencias. La desigualdad imperante es evidente y en muchas ocasiones insoportable. ¿Es posible Gran Espíritu que en esta situación el Espíritu de la Navidad tenga cabida e influya en la forma de vida de la gente?

Llegados a este punto habló el Gran Espíritu y así se manifestó. – Lamento que la misión que os encomendé de buscar el Espíritu de la Navidad en la Tierra os haya supuesto una gran decepción por no haberlo podido encontrar; tal vez no os advertí que el Espíritu de la Navidad nace del corazón y se manifiesta a todo el mundo; por tanto, es necesario conocer el corazón de la gente para encontrar y vivir el Espíritu de la Navidad que no se encuentra en la mayoría de las manifestaciones de las que me habéis hablado. Cuando los padres se ocupan de mantener unida su familia y hacen esfuerzos para alimentar y cuidar a sus hijos sabiendo que todo bien procede de Dios; cuando las personas, jóvenes o no, renuncian a una parte de su bienestar por ocuparse de otras mas necesitadas; cuando personas en situación de marginación social reciben palabras de aliento y apoyo para su integración social; cuando los gobernantes procuran el bienestar general antes que el suyo propio, evitan las guerras, respetan la Carta de Derechos Humanos, trabajan por eliminar la desigualdad entre los hombres y acogen a los más desfavorecidos; cuando las personas exponen su vida para ayudar a las víctimas de conflictos armados siempre injustos; cuando se entiende la necesidad de cuidar la naturaleza y los animales con los que compartimos la casa común de la Tierra; cuando veáis alguna de estas actuaciones, entended que el Espíritu de la Navidad está cerca. Posiblemente, todas estas personas estén incluidas en “los treinta y seis justos” desconocidos por el mundo y por ellos mismos, pero que gracias a ellos, según la tradición hebraica, el mundo sigue existiendo y el Espíritu de la Navidad no morirá nunca, aunque emigremos a otros mundos o planetas desconocidos.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Fallecimiento Dr. Roberto Pastrana

Museo Hospital Ramón y Cajal

Paliativos 131... Un día más, un día menos - Certamen literario Verano 2024

Vistas de página en total