El joven que confió y creyó en su curación - Certamen literario Verano 2024

El joven que confió y creyó en su curación

Autor: Carmen Burgaleta

Era muy joven, casi un estudiante, venía acompañado de su padre y aunque aparentaba tranquilidad sus ojos no ocultaban su angustia. Su historia era breve, había experimentado un aumento de fatigabilidad recientemente, que atribuía al stress laboral de los últimos meses y que no relacionaba con el esfuerzo, aunque había dejado de jugar al futbol y montar en bicicleta. Acudía al Servicio de Hematología con una analítica en la que se evidenciaba un descenso significativo de la cifra de hemoglobina junto al de otros parámetros. No había nada que indicara la causa de las alteraciones en sus antecedentes, ni en la exploración y las pruebas complementarias tampoco permitían establecer la causa del trastorno; era imprescindible hacer una biopsia de médula. El joven aparentaba calma mientras se le informaba sobre en qué consistía esta exploración y la necesidad de la misma para llegar al diagnóstico. 

Cuando se confirmó el diagnóstico, recordé como había mejorado el pronóstico de la enfermedad desde que la viví por primera vez, en un joven de la misma edad durante mi etapa de residente de Hematología y en la revolución que había supuesto el trasplante de medula ósea (TMO). Desde los primeros pacientes trasplantados por Mathé en Francia y por Thomas en los EEUU, los resultados habían mejorado exponencialmente y el TMO se presentaba como una opción curativa para la Aplasia Medular y algunas formas de Leucemia. Durante el Fellowship que había hecho en el Center for Health Sciences de la Universidad de California de los Angeles (UCLA) había conocido los retos y complicaciones del TMO, que era el principal motivo de estudio e investigación de la División de Oncohematología.

Habían pasado alrededor de 20 años y el trasplante se había consolidado como forma de tratamiento en numerosos procesos hematológicos realizándose en numerosos centros de nuestro país con resultados superponibles a los del Registro Internacional de Trasplantes. Además, para la Aplasia Medular se disponía de un tratamiento inmunosupresor que conseguía un porcentaje de supervivencia similar al trasplante en las formas menos severas y que presentaba menos morbilidad y que se podía iniciar de inmediato en los que carecían de donante.

Le acompañaban sus padres el día que esperaban ser informados sobre los resultados de la biopsia de médula. El médico no puede acostumbrarse a decir a los pacientes que padecen una enfermedad grave. Yo sentía su tensión mientras les informaba sobre la enfermedad que padecía, el largo proceso de tratamiento, al tiempo que trataba de infundirles ánimos, exponiendo las grandes posibilidades de curación que tenía la enfermedad en su caso. El muchacho escuchaba y hacía preguntas con aparente tranquilidad sobre las dos opciones terapéuticas y los efectos que tendrían sobre su actividad. Debian saber que el tratamiento afecta a las células de la medula y al sistema inmunitario hasta que el organismo responde, generando una hematopoyesis sana y se recupera y que requeriría ingresar en más de una ocasión y seguir un largo periodo de tiempo en control ambulatorio. Les recomendé que valorasen otras opiniones, así como que decidiesen si quería tratarse en nuestro hospital o en la ciudad de Residencia de sus padres.

No tardaron en volver depositando en nosotros su confianza y optando por la inmunoterapia.  Durante el tratamiento tuvo que ingresar varias veces, padeció complicaciones infecciosas, someterse a numerosos controles y recibir transfusiones, pero ni en los momentos más difíciles tuvo un mal gesto con nadie del Servicio, por el contrario, siempre daba las gracias. Le seguí ambulatoriamente durante años; se había establecido una autentica corriente de confianza entre médico y enfermo y las consultas eran para ambos un motivo de alegría. Creo que disfrutaba tanto o más que el al darle buenas noticias de su evolución. Durante el periodo de seguimiento conocimos a su novia, una joven dulce y optimista; en una de las visitas comunicaron que ya planeaban su boda y pocos meses después me invitaron a la misma. Antes del año me confirmaron que iban a ser padres. Mas tarde me contó que se había instalado por su cuenta y dejado el trabajo en el grupo al que había estado vinculado. Su proceso permanecía en remisión completa y finalmente dejo de acudir al Servicio.

Hace un par de años mí hijo mayor me preguntó si conocía a un hombre que le había contactado a través de las redes sociales para preguntarle si era familiar mío y que de ser así, quería saber cómo seguía y poder contactar conmigo. Charlamos un buen rato. Tenía familia numerosa se había convertido en un informador famoso en las redes sociales trabajaba en varios medios de prensa y seguía con su despacho.

Este testimonio es un ejemplo de las recompensas que recibimos los médicos. Una profesión en la que a los retos y desafíos que ofrece el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades se añade la posibilidad de dar cariño y generar confianza, sino que el paciente nos enseña a tener paciencia y nos premia con su agradecimiento y afecto. Esperamos que los avances tecnológicos no desprovean a la Medicina de humanidad. 

Comentarios

  1. Magnifica reflexion sobre los avances en Hematologia y la carga humanitaria que acompaña a nuestra profesion.
    Un abrazo.
    Jose Luis Navarro

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Fallece nuestro compañero José Luis Velasco Martínez

Fallecimiento Dr. Roberto Pastrana

Resultados II Certamen Fotográfico organizado por la Asociación de Médicos jubilados del Hospital Ramón y Cajal

Vistas de página en total